dilluns, 2 de maig del 2011

Amb permís de Neri Daurella i John Carlin


A "El País" tenen un cronista esportiu británic, anomenat John Carlin, que em proporciona tan bones estones com les que em proporcionaven de joveneta els seus compatriotes P.G. Wodehouse o Richmal Crompton (Guillermo Brown, recordeu?). A la pag. 54 del diari del diumenge 1 de maig escriu un article brillant, de resonàncies shakespearianes (quan els britànics barregen la seva formació shakespeariana i el seu humor son insuperables!), com veureu pel títol: "Ser o no ser, ésa es la cuestión", i per la cita que encapçala l´article: "¡Ay, no dejes que me vuelva loco! ¡Loco no, santo cielo!" ("Rey Lear", de Shakespeare). L´article es refereix a la ja famosa roda de premsa del Mourinho després de que el seu equip perdés 0-2 al Bernabeu, derrotat pel Barça, i diu, entre altres coses:
«El contexto fue una "rueda de prensa", pero, salvo el "sector Torrente" de la afición madridista, cualquier observador medianamente lúcido habría entendido que ésa no fue la denominación indicada para describir semejante coloquio. Se trataba de una intensísima sesión de psicoterapia que debería haber permanecido en privado, entre paciente y médico, pero fue transmitida en directo a millones de personas de todo el mundo.
» Eso sí, fue un espectáculo magnífico, aterrador, digno de una obra de Sófocles o de Shakespeare o de una novela de Dostoievski en la que el héroe, en un éxtasis de agonía existencial, clama contra el universo. El "¿por qué?" mourinhiano pasará a la leyenda junto a los gritos impotentes de Edipo, el rey Lear o Iván Karamazov ante la ciega injusticia celestial.
» La particular dificultad que nos plantea el monólogo de Mourinho, el aspecto psiquiátrico de la cuestión, radica en la desproporción entre causa y efecto. No acababa de descubrir que había matado a su padre, que sus hijas le habían usurpado el poder, que Dios no existía o que, aunque existiera, no podía alabarle, ya que permitía la muerte de los niños. No, no. Lo que le había abierto los ojos al horror de la condición humana fue la tarjeta roja que vio un joven llamado Pepe, castigado por un organismo de Naciones Unidas dedicado a aliviar el sufrimiento de los niños que Dios ha abandonado.
» Ante semejante calamidad, Mourinho tuvo una revelación. De repente entendió que la vida carece de sentido, que todo es una broma, que el mundo es "un asco". Pero, trastornado por el poder absoluto, se había equivocado espectacularmente de escenario. Invadido por una mezcla tóxica de paranoia y egomanía, pensaba que estaba actuando en una tragedia de dimensiones épicas cuando se trataba de una comedia con un protagonista, repetimos, llamado Pepe.» 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada